DecÃa T. S. Eliot que el arte no actúa de mane-ra singular e individual, que se repite en anillos concéntricos a lo largo de la Historia. Es difÃcil no encontrar paralelismos en las generaciones más jóvenes con Raúl, siendo él mismo otro poeta de eterno espÃritu vivo y joven, pues conserva bien con él el germen de la curiosidad, un poliedro de imágenes y pensamientos hacia aquello en lo que se puede creer y también en todo aquello, en co-rrelato indisoluble, en lo que se nos está permitido dudar.
Su discurso poético convive y sabe escuchar a co-etáneos y precedentes, se mueve siempre en torno al equilibrio: no cae en el confesionalismo Ãntimo sin por ello no poetizar desde la intimidad; no cita o alude a autores de manera acumulativa, sino que pretende una manera de acercarse al texto como una sola voz compuesta de múltiples voces, de en-riquecimiento continuo y exploración.
En él se halla, sin duda, el antiguo combate humanista de la razón y del sentimiento, pero en su poesÃa este combate se representa en un pulso medido entre ambos estados del ser que favorece a la experiencia de conocimiento perseguida tanto por el autor como por el lector.
(del prólogo de EstefanÃa Cabello)
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