La infancia acecha, zumba en nuestros oÃdos, nos persigue. Intentamos espantar a manotazos la duda, el dolor, la pérdida y la decepción para seguir adelante. Sacudimos lo que nos estorba para continuar creciendo. Maduramos con la infancia pegada a cada uno de nuestros pliegues. Nos relacionamos con nuestras cicatrices abiertas o mal curadas, y espantamos las moscas para que pueda cerrar la herida. Dieciséis relatos que encapsulan la edad adulta perseguida por la infancia, la madurez a pesar de la infancia, la vejez en estrecho e inquebrantable vÃnculo con aquello que, una vez, se posó y zumbó. La madre que cierra los ojos porque le duele ver al hijo que no entiende el mundo, la niña que nació sin terminar de hacer o aquella que confesó un pecado que no cometió. La joven que con una hija propia y otra que no lo es, se queda sin ninguna. El padre que se rÃe del hijo gordo mientras maltrata a la madre; el chico que se enamoró de un ángel y la chica que tenÃa dos madres y la cruz de Caravaca en el paladar. Estos relatos nos enfrentan al mundo real, a nuestras manÃas y disparates, a nuestras fobias, al espejo que nos revela que ya no somos jóvenes. Pero también dotan de muletas anfibias que nos conviertan en sirena. Sacudimos la cabeza para alejar lo que nos estorba y hacemos de nuestro rincón el paraÃso. Un libro que podrÃa ser un matamoscas o, un lugar para refugiarnos.
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