«Me parece fundamentalmente deshonesto y dañino para la integridad intelectual, creer en algo sólo porque te beneficia y no porque pienses que es verdad» Bertrand Russell
¿Cómo alcanzar el respeto a la libertad de cada individuo según el Derecho aplicable al conjunto de la sociedad? ¿Quién decide, y de qué modo, el modelo de una sociedad? ¿En qué medida el ciudadano contribuye a su configuración? ¿Cómo conciliar la libertad, la ética o la justicia social sin faltar a los derechos de nadie?
La relación entre libertad, ética y Derecho es tan compleja como fundamental en una sociedad plural y democrática. Este libro trata precisamente de responder a estas cuestiones. El autor parte de unas premisas fundamentales: la vida no es propiamente humana si se renuncia a vivir en libertad; no es libre quien se desentiende de la verdad: lo bueno, lo bello y lo justo; no se accede a la verdad quien no se arriesga a pensar por sà mismo; la ética pública de la sociedad deberÃa corresponder a la ciudadanÃa; y reivindica la libertad de expresión y la discrepancia.La obra aporta ejemplos prácticos que afectan en el dÃa a dÃa al conjunto de la sociedad, reflexionando crÃticamente sobre ellas con el fin de despertar al lector y se haga preguntas sobre esas cuestiones. Aniceto Masferrer muestra hasta qué punto resulta imprescindible estimular el pensamiento crÃtico, fomentar la expresión de las propias ideas y el diálogo, en particular con quienes piensan de modo distinto, porque en su opinión, la cultura del diálogo es la clave para salvaguardar y fortalecer la democracia.
Sostiene el autor que es más humano estar en el error pensando por uno mismo que en la verdad habiéndola «asumido» pasiva y acrÃticamente. Quizá esto mismo fue lo que llevó a Dostoyevski a afirmar que «la belleza salvará el mundo». La libertad es tan necesaria como bella, pero pierde su belleza si se despliega al margen de la justicia, sobre todo de los más vulnerables, de quienes no tienen voz o no tienen la fuerza suficiente para hacerse oÃr y respetar.
«Si al terminar el libro, el lector se hubiera convencido de esta realidad, me darÃa por satisfecho con independencia de que compartiera o no algunos de mis puntos de vista. Al fin y al cabo, yo puedo estar equivocado («errare humanum est»), pero más lo estarÃa si no pensara por mà mismo, ni fuera capaz de dialogar con quien piensa de modo distinto». Aniceto Masferrer
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