Paralelo Shetland

El único viaje posible es el viaje interior. Puede que, como señalaba Rilke, a eso hubiera venido: a reencontrarme con antiguas voces que necesitaban ser escuchadas.

Recorrí Escocia y Noruega en el verano de 2022. Mi cometido consistía básicamente en seguir el rastro de las resonancias producidas por los violines tradicionales de la vieja Europa septentrional que con tanta atracción han venido tirando de mí desde que tengo memoria. No exageraré al afirmar que en dicho periplo pude extasiarme cada hora de cada jornada por lo abrumador de los paisajes, por la belleza infinita y fuente continua de inspiración.
Con Paralelo Shetland no he pretendido escribir un diario de viaje al uso. Tan sólo me he dejado llevar por mis corrientes oceánicas y sonoras, obedeciendo a una lógica personal, nada más que personal. Lo que ofrezco aquí no son tratados ni crónicas topográficas plagadas de datos exhaustivos, algo a lo que cualquiera puede tener acceso hoy en día en el momento que lo desee. Por el contrario, el texto pretende ser un canto de amor a las islas, y de paso, una
invitación a conocer parte de mi mundo interior en comunicación con lo que me rodea; ese mundo, a través del cual traduzco en mi propio dialecto la realidad tangible. «Islas Shetland, donde mi ánimo se escurría para viajar en libertad. Gracias a la música fui aire, fui agua. Fui ayer y fui mañana. Fui tú. Fui nosotros. Fui, siempre. Me transformé en alegría y en húmeda melancolía. Las rocas no me eran ajenas. Escuché a los marineros del pasado y di voz a sus hijas en puerto. Hablé con la madre que velaba el sueño de los suyos y celebré la llegada de las largas luces del estío»