Los tres textos que aquí se presentan: Discurso de la navegación a Oriente y Noticia del Reino de la China, de Bernardino de Escalante; Historia de las cosas más notables, ritos y costumbres del reino de la China, de Juan González de Mendoza, y Historia oriental de las peregrinaciones de Fernán Méndez Pinto, de Fernán Méndez Pinto, son una buena muestra de las tendencias de representación de la alteridad oriental en el siglo XVI o, por mejor decir, de una de las vías que adoptarían las descripciones de uno de los reinos que más fascinó a la Europa moderna, China. Frente a las
cartas anuas de los jesuitas, cuyas informaciones se impondrían fundamentalmente a partir de los últimos decenios del siglo y cuya elaboración respondía a unos parámetros concretos, muy vinculados a la ponderación propagandística de la orden y fruto de un proceso altamente sofisticado e institucionalizado, los textos aquí publicados conforman, conjuntamente, el grueso de los conocimientos recogidos especialmente por los portugueses a lo largo de los primeros años de contactos con oriente y con China. Ahora bien, a diferencia de lo que ocurriría con las litterae jesuitas, estas noticias hallaron difusión impresa y alcanzaron un inmenso éxito en su momento gracias a la adaptación y traslación en la obra de autores españoles y, también, en algunos casos, italianos.Particularmente, los libros de Bernardino de Escalante, el más temprano de los escritos en lengua castellana, y el de Juan González de Mendoza, el más célebre de ellos, nacen, como veremos, de la manipulación y compilación de otros textos precedentes, en especial de las obras de autores portugueses, que, de otro modo, habrían quedado sepultadas en el olvido. El caso de la Peregrinación de Mendes Pinto responde también a este esquema: aunque el suyo sea un caso particular, dado el carácter novelesco de la obra, no habría conocido la fama de no ser por la labor de su traductor español, Francisco de Herrera Maldonado. Escalante puede en cierta forma ser considerado, pues, el precursor de una tradición que culmina con la obra de Mendoza, y, de un modo distinto, con la obra de Pinto-Maldonado. Las tres obras aquí editadas son la plasmación, en definitiva de un primer paradigma de las descripciones modernas de oriente, que es claramente textual, caracterizado (frente a las cartas jesuitas) por la reescritura de materiales precedentes, la mayoría de las veces inéditos o sólo publicados de manera parcial, y (salvo en el caso de Mendes Pinto) no motivado por una experiencia directa del país descrito. Unos textos, dicho sea de paso, que acabarán ellos mismos constituyéndose a su vez en fuente de otros posteriores, en una tradición que se alimenta a sí misma. Pero no sólo eso, puesto que la traducción a una lengua de mayor representatividad en el mundo político e intelectual europeo los hace inseparables de la realidad y los intereses económicos y de liderazgo en que se fragua su escritura, en un contexto, el de la España imperial de los Habsburgo, que parecía destinada a ser la señora de todo el mundo.
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