Han sido muchÃsimos años monteando. Tantos, que ya he cumplido sobradamente mis bodas de oro con la monterÃa. Y, si ya no estoy para andar heroicamente por la sierra rematándoles cochinos a los perros, sà que estoy en condiciones para contarlo y, si a mano viene, ilustrarlo.
Más de una vez he dicho que a mÃ, de la caza mayor, lo único que de verdad me ha importado es ver trabajar las rehalas, admirar a los grandes perreros de mi tiempo, reconocer la paciente y sorda labor en las perreras. En varios de mis libros, los perros han ocupado con toda naturalidad el papel de protagonistas. Y, si bien se miran mis cuadros, yo no he hecho lo que se entiende por pintura cinegética. He retratado perros, siempre atraÃdo por sus expresivas miradas, los valores plásticos de sus capas, las esbeltas lÃneas de sus aplomos.
El afecto con que se trata algo o a alguien trasciende. Y, quizá por eso, la Asociación Española de Rehalas tuvo la gentileza de nombrarme «Rehalero del Año» en el 2000. A mÃ, que nunca he tenido rehala. Hoy quiero, con este libro, devolverle al mundo del perro el cariño que siempre me ha mostrado.
Voy a contar todo lo que sé y entiendo de las rehalas de mi tierra y he buscado la colaboración de mis amigos para que —cada cual a su aire— escriban sobre sus zonas. Verdaderas autoridades, completarán este mosaico variopinto de los perros reseros españoles.
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