Conde de Miraflores de los Ángeles, criador de toros de ojos verdes, teósofo, espiritista y buscador del origen de Tartessos... la fascinante autobiografía novelada y no autorizada del poeta olvidado de la Generación del 27.
«Ahí nací yo. En esa casa de ahí —la de la fachada sobria con sillares de piedra en la portada— lloré por primera vez cuando mi madre me trajo a este maldito mundo de infidelidades, puñaladas traperas y mentiras. Con el paso de los años sería la casa donde murió, entre azucenas y alpargatas de esparto, María de los Ángeles Guerrero González, a la que unas llamaban Madre Angelita y otros Sor Ángela. Aunque según me han dicho, el Santo Padre de Roma ya la hizo Santa. Santa de altares gitanos y ruega por nosotros, pecadores...»
«...En esos paseos me tropecé una noche de difuntos con el alma en juerga de Fernando Villalón, el poeta de Morón de la Frontera que quiso criar toros con los ojos verdes mientras, entre versos y rimas, iba dilapidando la hacienda heredada y la salud de hierro propia de un hombre de campo. Han sido muchas las noches. Y de su mano me ha llevado a Morón. Y al campo. Y al Puerto de Santa María. Y a las marismas. Y a las calles antiguas de su Sevilla y a las orillas desbocadas de nuestro río. Hemos reído juntos. Y hemos llorado. Noches en la que los dos nos hemos perdido en los mismos ojos negros y nos hemos peleado por los mismos muslos templados, al golpe tras golpe de la juerga, del jaleo. Fernando Villalón habla y yo lo escucho. Los dos andamos, paseamos detenidamente. Y él me va contando sus cosas. Las cosas de Fernando...»
Fernando Villalón, criador de toros de ojos verdes, teósofo, ganadero y poeta olvidado de la Generación del 27, compañero de estudios de Juan Ramón Jiménez, lector compulsivo de la nueva y la vieja poesía, espiritista y tantas cosas más... las cosas de Fernando, como le decía Federico García Lorca. Maltratado por la crítica e injustamente relegado al infierno de la poesía menor, a través de estas páginas nos cuenta su apasionante vida en primera persona y acompañado de todos los que fraguaron el mito, del hombre que terminó sus días completamente arruinado a causa de aquellos negocios absolutamente poéticos como los llamaba Rafael Alberti. Buscando y queriendo conseguir una ganadería de toros con los ojos verdes, el mito de la Atlántida, el toro-dios del relato platónico o buscando el origen de Tartessos.
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